Está de moda buscar ser el próximo «unicornio», una empresa valorizada en más de mil millones de dólares, incluso los ecosistemas de innovación de cada país se miden según el número de «unicornios» que generan. Hay una razón para fijarse en ellos. Se ha probado que las startups que logran alta velocidad de crecimiento (condición necesaria para volverse «unicornio») son las que transforman industrias. 

La intención no es criticar a las startups que buscan ser «unicornios». Me parece bien que lo hagan y creo que a todos les gustaría vivir la experiencia de construir uno. La intención es cuestionar que sea el camino que todos deben seguir

Sin embargo, también es cuestionable la sensación ambiente que ronda el ecosistema global, donde ser «unicornio» pareciera ser la única métrica de éxito. Además de la frustración que puede provocar (solo hay 779 empresas «unicornio» en todo el mundo según CB Insights de las cientos de miles que existen), también pone un foco total en la valorización de la empresa, que a estas alturas se ha cuestionado como brújula de un proyecto.

¿Pero, realmente es la métrica más importante de una empresa ? ¿Qué pasa si al crecer, estoy generando más daño que impacto positivo en el mundo? ¿a qué costo el crecimiento? La intención no es criticar a las startups que buscan ser «unicornios». Me parece bien que lo hagan y creo que a todos les gustaría vivir la experiencia de construir uno. La intención es cuestionar que sea el camino que todos deben seguir. 

El llamado es a compartir experiencias, a mostrar cómo los distintos intentos y formas de hacer empresa permiten impacto en la sociedad y un mejor vivir para todos

¿Otras opciones? Desde las pequeñas y medianas empresas (pyme) tradicionales que buscan generar una compañía y trabajo estable (aunque debo admitir que siempre le temo a la dura competencia que deben enfrentar por baja innovación) hasta startups que buscan el triple impacto, mostrando escalamiento, pero no enfocados en valorización como única guía. Independiente del tamaño de lo que crees, la verdadera métrica debería ir ligada a tu propósito como emprendedor. Si ese propósito es consistente, atraerá al talento necesario. 

El llamado es a compartir experiencias, a mostrar cómo los distintos intentos y formas de hacer empresa permiten impacto en la sociedad y un mejor vivir para todos. ¿Las industrias locales necesitarán solo «unicornios» para ser transformadas? ¿Para transformar la educación, la minería, el uso del mar, atacar la sequía, dar acceso a mejor trabajo? El tiempo nos dirá. Pero si de algo estoy seguro, es que no hay una sola fórmula.